jueves, febrero 07, 2013

UN MATADOR ARREPENTIDO


Álvaro Munera atravesaba el mejor momento de su carrera como torero cuando un toro lo corneo y lo dejó paraplejico. Años después se transformó en un ferviente detractor de la tauromaquia y defensor de los animales. Hoy dirige en su natal Medellín el movimiento animalista fauna y ocupa un escaño en el concejo municipal.

Su imagen es increiblemente poderosa: es el matador arrepentido, el alma que busca redención, el que al contrario de lo que suele suceder, la edad lo hizo cambiar de antiguo pragmático a actual idealista. ¿Como es que un torero famoso (lo apodaban el Pilarico) logró cambiar su postura tan radicalmente?.

Alvaro dice que fue gracias a Terciopelo, el toro que en 1984 lo dejó inmovilizado en una silla de ruedas tras embestirlo con una fuerza demoledora. En una entrevista publicada en laurisud.blogspot.es "culpa con alma de torero", Alvaro cuenta que vivió mucho tiempo en Estados Unidos, a donde acudió para seguir la terapia de rehabilitación en el Jackson Memorial Hospital de Miami. Lo que permitió recuperar la movilidad suficiente para transportarse por si solo en un silla de ruedas y acudir a clases en el Miami Dade Comunity College. En tiempo que estuvo en ese país fueron "Años en los que viví como un delincuente, porque cuando la gente me preguntaba por mi estado yo les decía que había sido torero". Y es que a las personas de cultura anglosajona simplemente no les cabía en la cabeza que la profesión de alguien se basara exclusivamente en diversas formas de torturar una animal. Apesar del accidente que sufrió, él seguía defendiendo las corridas de toros con los mismos argumentos de siempre: "que el toro nació para eso, que es un cultura, tradición...". Hasta que un día una compañera lo invitó a comer a su casa y le presentó a su tía, "quien inmediatamente me vio me dijo: !Muy bueno que esté en esa silla de ruedas, mal nacido, asesino, bárbaro  ojala nunca se levanté de ahí! Días después la misma persona me dijo: Usted entró allá por su propios pies, en cambio el toro esta obligado, es la victima de lo que ustedes hacen. En ese momento pensé: Esto tiene que ser una bendición de Dios".

Resulta interesante que tan inesperado aluvión de criticas no haya causado que Álvaro no se haya cerrado más; al contrario, pudo abrir su mente y comprender el dolor que con su actividad había causado a tantos seres vivos. Luego de este evento, afirma que su vida se partió en dos: "El Pilarico se murió en el Albacete, sobrevivió el cuerpo pero el que estaba dentro se murió, entonces yo nací ese día; sin embargo, siento culpa y sé que tengo que reparar muchos crímenes. Me defino como un espíritu que está tratando de salir de este mundo mejor a como entró en él, y la única forma es dedicarme al servicio del prójimo, que para mi son los animales". 

Además como los maltrate, torturé y maté, para mi trabajar con ellos es mi única ambición y doble satisfacción. Yo defiendo a los animales porque lo considero como una deuda".

Asumir esta deuda hizo que Alvaro Munera decidiera dedicar parte de su vida a la lucha por los animales y a combatir la tauromaquia. Y en este tema no hay nadie mejor que él, porque, como declara en un articulo escrito por el mismo (yo he visto a los toros llorar): "La realidad de la mal llamada fiesta es clavar, clavar y enterrar hasta matar cuanto elemento cortopunzante se tenga a la mano en el cuerpo del inocente animal, tan sensible al miedo y al dolor, como su perro o como yo. Es cierto que una cosa es mirar a los toros desde la barrera, obvio si hasta allí no llegan los puyazos, la tortura y la muerte; es mejor beber manzanilla y gritar !Olé! que vomitar sangre a bocanadas con una espada incrustada en los pulmones. No es necesario tener nociones de anatomia para entender que todo ser viviente con un sistema nervioso central sufre cuando los hieren. Basta aplicar la maxima cristiana No hagas a otros lo que no quisieras que te hicieran a ti".

A pesar de su trascendental cambio y los beneficios que ha logrado a favor de los animales, Alvaro continua hasta el día de hoy con un profundo sentimiento de culpa: "Si con mi ayuda hudiese podido evitarle el sufrimiento siquiera a uno de los inocentes que torturé, mi alma estaría un poco más tranquila, pero no es así; mis crimenes no tienen perdón humano y veo muy difícil que lo tengan divino", declara en su muro del facebook. Y a los animalistas que lo admiran sorprende fuertemente que este hombre de valentía extraordinaria siga creyendo que no ha alcanzado el perdón.

Por: Silvana Longo
Revista Amigos con cola

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